Una llama ardiente brilla desde el corazón,
sus brasas permanecen, con pasión divina.
Entrelazados en un vínculo que nunca será roto,
apreciado, el amor puro brillará para siempre.
Por siempre, mi rubí.
Muchas culturas antiguas veneraban los rubíes porque creían que en lo profundo de ellos ardía una llama eterna que nunca se debilitaría o se desvanecería, convirtiéndolo en un símbolo atemporal del amor verdadero. En las leyendas susurradas de la antigüedad, se decía que los rubíes eran el alma de la Madre Tierra, cristalizados en piedras preciosas ardientes durante milenios. Estas piedras sagradas se han convertido en símbolos inmortales del amor, la vitalidad y el pulso inquebrantable de la vida misma. Los rubíes son un tributo al amor en todas sus formas, romántica, familiar o platónica. En un mundo a menudo envuelto en sombras, el resplandor radiante del amor permanece constante, siempre listo para iluminarnos y guiarnos.
Siempre puro. Siempre tuyo. Para siempre.
Ruby se abre con una explosión de frutos rojos, coco, almendras, piña y cerezas jugosas. Al igual que las flores de cerezo, las cerezas capturan la naturaleza delicada y fugaz de la belleza y la vida, un recordatorio de momentos demasiado preciosos para demorarse.
Las notas de corazón se despliegan en un delicioso remolino de crema batida, suaves toques atalcados, helado y azúcar moreno, que encarnan calidez y comodidad.
Finalmente, la base se despliega en una rica mezcla de almizcle, vainilla, ámbar, benjuí y haba tonka. que simbolizan el amor y la sensualidad.