GRITTI Adèle brilla con el resplandor de las flores recién cortadas. La fragancia parece ser una traducción olfativa de la obra maestra barroca de Vermeer “La encajera”: una joven trabajadora dedicada al arte del bordado, una figura impresionante que porta la pasión por un arte antiguo y precioso. La muchacha se inclina cuidadosamente para realizar su trabajo; el espacio circundante está iluminado por el radiante amarillo narciso de su vestido, adornado con un sofisticado cuello de encaje almidonado.

La fragancia es el epítome de esta armonía. Simboliza la perfecta elegancia de las flores, la exuberancia de los pétalos sedosos, el placer de los contrastes aromáticos. El jazmín y la rosa de mayo definen sensualmente la apertura, que de repente aparece como una caricia gracias a una delicada nota de osmanto. La suavidad inicial se abre repentinamente a las embriagadoras notas de nardo y narciso, acentuadas por los apasionados matices del ámbar. Esta composición está sellada por el recuerdo eterno de la madera de cedro.